Juegos de expresión creativa con los signos ortográficos
¿Es posible escribir textos narrativos creativos en los que los signos de ortografía sean a la vez la forma y el contenido? ¿Elegir un signo y convertirlo a la vez en personaje protagonista del texto y en elemento formal imprescindible para la construcción del mismo?
Max Aub ya lo hizo en Signos de Ortografía, una obra compuesta de breves textos humorísticos, ingeniosos y surrealistas, que giran en torno a un tema hacia el que Aub sintió siempre gran atracción, la muerte.
¿Por qué se han de cerrar siempre los paréntesis que se abren o abrir los que se cierran? He abierto muchos paréntesis y he tenido que cerrarlos porque sin eso me echaba en cara el no hacerlo aun faltando a la verdad, porque hay paréntesis que no se cierran ni tienen por qué cerrarse y otros que se cierran y no se sabe cuándo se abrieron.
Nada tengo contra estos signos, pero tampoco envidio a quien tiene que cerrarlos siempre o a los que saben que se los cerrarán, pase lo que pase. ¡A ver quién me tira el primero! ¡Échenlo! Espero a pie firme.
-¡Cuidado con el boomerang!
No le valió: le cercenó la cariótida. Largo, largo, largo paréntesis.
La mayor parte de las secuencias de la obra son de sólo una línea, por lo que me parecen excelentes estímulos para desarrollar un texto entero a partir de esa idea inicial. Se trata de trabajar tanto la forma como el contenido, así que, por ejemplo, si se elige esta secuencia para iniciar el texto:
Se atragantó aquel inútil punto y coma; costó Dios y ayuda sacárselo con un corchete.
En el texto tendrán que aparecer como protagonistas el punto y coma y el corchete, pero formalmente también habrá de ser una especie de experimento expresivo en el que usemos mucho estos dos signos de puntuación, por lo que antes de escribir el alumno buscará, repasará e intentará aplicar todas las normas de la RAE sobre el uso del punto y coma y del corchete.
Se podría imprimir el texto entero, recortar las secuencias, meter los trozos de papel en una caja y que los alumnos vayan sacándolas y leyéndolas hasta dar con la que les resulte más inspiradora para crear su texto.
El profesor puede hacer una preselección de las secuencias que le resulten más interesantes. Por ejemplo:
Puntos, comas, guiones, paréntesis, asteriscos: ¡Cuántos crímenes se cometen en vuestro nombre!
Le delató el acento.
¡Empalarle en un signo de admiración!
Y le hundió el guion hasta la empuñadura.
Dormir en un prado de comas, bajo un viento oscuro de acentos.
Se le cayó un asterisco y anduvo doblado toda la vida.
No pudo salir de aquel paréntesis.
Se le infectó aquel punto y no hubo manera de salvarle.
Aquel niño que saltaba de puntos suspensivos en puntos suspensivos hasta que se cayó…
Punto aparte: el degüello.
No pudo soltarse nunca de aquella llave.
Le metió la llave por el agujero de la cerradura.
Admiración, exclamación: ¡Poesía!
Se le infectó aquel inciso y no salió de él.
Y aquel corchete que no se le cerraba nunca…
Murió de diéresis crónica.
Desconfía de las abreviaturas.
-¿De qué me tildas?-preguntó la tilde.
Se le escapó un apóstrofo y pasó el resto de su vida viendo el cielo abierto.
Aquel joven escuálido escribía con tantas interrogaciones porque padecía de lombrices.
Muchas secuencias se refieren a elementos de la artes tipográficas y de la imprenta por las que Aub sintió gran devoción. Me parecen también muy adecuadas para trabajar con los alumnos porque en la escuela tradicional lápiz y papel muchas veces nos olvidamos de estos elementos cuyo dominio será tan necesario a nuestros alumnos:
Murió de tanta llamada, de tanta nota a pie de página que no le dejaban andar, de tanto ir y venir del diez al seis; de tanto número que remitían a fin de capítulo. Solo se leyeron las notas, todas mortuorias.
Andaba cojo de una llamada a pie de página.
Falleció de una capitular atravesada.
¡Aquella llamada! ¡Aquella llamada que no llevaba a ninguna parte! ¡Aquella llamada que a nada correspondía! ¡Aquella llamada sin contestación que llevó adentro tanto tiempo hasta que se le convirtió en un tumor que no pudo extirpársele nunca!
Tan avaro, que ni margen le dejaba…
Perdió el sentido al no hallar la cita que se le había caído.
¡Métele el índice donde le quepa!
Le llamaban el Cursivo porque era bastardo.
¡Espaciar, espaciar, espaciar para ganar el cielo.
¿Cuántos puntos no calzaría que jamás encontró nada a su medida?
No podía dormir con aquella cabecera.
Tenía debilidad por las negritas.
Era tan largo, tan largo el párrafo, que se le salía y caía y daba vuelta y se le volvía a meter y nadie se enteró hasta que lo llevaron atado de pies a cabeza.
Todo es según el cuerpo con que se lea.
Aunque parezca falso no se puede ser ¡ay! al mismo tiempo itálico y romano.
Murió de tanta sangría.
Defendía las erratas en nombre de la libertad de imprenta.
¿Dónde vas vestida de versalita?
Max Aub publicó por primera vez esta obra en 1968 en la mexicana Revista de Bellas Artes, que se puede leer escaneada pinchando en este enlace (Signos de Ortografía aparece entre las páginas 33 y 40, ambas incluidas).
Yo la he leído en esta cuidada edición de Cuadernos del Vigía, titulada Mucha muerte porque reúne varios textos de Max Aub que tienen en común la temática mortuoria (Crímenes ejemplares, Infanticidios, De gastronomía, De suicidios, Epitafios y Signos de ortografía).
Las originales obras de Max Aub dan para mucho juego en el aula; os recomiendo que también echéis un vistazo a mi entrada sobre Juego de Cartas.
Me encanta lo que nos cuentas. ¡Qué interesante! Es una buena estrategia para estas edades animarles a la lectura desde la escritura. Les gusta mucho. Gracias
Gracias Ana, eso mismo pienso yo. La escritura (o expresión en general) y la lectura siempre van dadas de la mano. Un saludo.