Aprender a inventar y por lo tanto a pensar con el surrealismo (y 11 álbumes ilustrados para ello)
“Si queremos enseñar a pensar debemos antes enseñar a inventar”. Esta frase que para mí encierra tanto y a partir de la cual pretendo construir esta entrada, la escribe Gianni Rodari en su Gramática de la fantasía.
En el capítulo final del libro, titulado Fichas, Rodari nos explica esta idea bajo el epígrafe Fantasía y pensamiento lógico, apoyándose en las ideas de John Dewey:
A propósito de las historias inventadas por los niños (véanse los capítulos. 3, 5 y 35) creo válida la reflexión de John Dewey, en Cómo pensamos: “Las historias imaginarias explicadas por niños poseen todos los grados de la coherencia interna: algunas son inconexas, otras articuladas. Ahora bien, cuando presentan una cohesión imitan el pensamiento reflexivo; y generalmente son el fruto de mentes dotadas de capacidad lógica. Estas construcciones fantásticas preceden, a menudo, un pensamiento de tipo más rigurosamente coherente y le van abriendo camino”. «Imitan…» «preceden…» «van abriendo camino…» No me parece arbitrario deducir que si queremos enseñar a pensar debemos primero enseñar a inventar.
Del mismo Dewey, otra bella reflexión: «El pensamiento debe ser reservado a lo nuevo, a lo precario, a lo problemático. De aquí el sentido de constricción mental y de pérdida de tiempo que los niños experimentan cuando se les pide que reflexionen sobre cosas familiares.» La monotonía es enemiga del pensamiento. Pero si invitamos a los niños a pensar «¿qué pasaría si (véase el capítulo 6) Sicilia perdiese los botones?», estoy dispuesto a apostar todos mis botones a que no se aburrirán.
Y si el pensamiento fantástico o imaginario es el que abre el camino al pensamiento lógico, una de las mejores maneras para estimular ambos es con la lectura e invención de cuentos. Bajo mi punto de vista hay cierto tipo de álbumes ilustrados, que podríamos llamar surrealistas y que estimulan de manera especialmente intensa los pensamientos imaginario y lógico de los niños por su manera de cuestionar y dar la vuelta al mundo real, el que ya nos resulta tan familiar que nos aburre y nos impide pensar con agudeza, puesto que, como dicen Rodari y Dewey, “la monotonía es enemiga del pensamiento”, que “debe ser reservado a lo nuevo, a lo precario, a lo problemático”.
He aquí algunos de esos álbumes surrealistas, que, por cierto, suelen dejar fascinados a los niños: no se cansan de observarlos, de pensar acerca de los extrañamientos de la realidad que proponen, de soñar con esos mundos fantásticos…
1 y 2. Imagina y El país de jamás lo creerás de Norman Messenger, editorial SM, puedes conseguirlos aquí y aquí.
Norman Messenger es un genio del surrealismo aplicado a los libros infantiles y es una pena que no tenga muchos libros publicados, al menos en castellano. De él conocemos estos dos.
Imagina no tiene un hilo argumental ni una historia, simplemente va presentando al niño una serie de imágenes surrealistas, invitándole, como dice el título a imaginar un mundo distinto al cotidiano y vulgar. Por ejemplo, objetos a los que estamos muy acostumbrados y dibujados de manera muy realista, convertidos por Messenger en objetos surrealistas para desafiar nuestro pensamiento e imaginación:
En el libro abundan los desplegables y los elementos móviles para combinar diferentes animales fantásticos o sus famosas caras, invitando al lector a participar en el juego de convertir las imágenes realistas en surrealistas:
O paisajes que esconden perfiles de gigantes para enseñarnos que siempre hay que mirar dos veces, pensar más allá de lo que se ve, atreverse al pensamiento divergente:
Además, como podéis ver en las imágenes anteriores, en las esquinas superiores de cada página propone una serie de acertijos o juegos de ingenio para los niños un poco mayores. Muy recomendable.
El país de nunca jamás lo creerás nos gusta aún más que Imagina, quizás porque sí contiene un hilo argumental. El autor simula un viaje a una isla realmente sorprendente donde nada corresponde a “nuestra normalidad”.
Con mucho ingenio y humor en sus textos e imágenes, Messenger nos da a conocer todos los estrambóticos detalles de los seres y lugares de ese país, como por ejemplo el árbol manosfeas, el árbol enladrillado o el árbol olvidadizo, que nunca se acuerda de echar ramas ni hojas aunque siempre se haga un nudo para recordarlo:
Los habituales animales de Messenger, así como los extraños habitantes de ese país:
Al igual que en el anterior álbum, todas las hojas son desplegables para sorprendernos aún más con otros detalles de cada una de las partes de tan raro país.
3, 4 y 5. Imagina un día, Imagina una noche e Imagina un lugar, con las imágenes surrelistas de Rob Gonsalves y los poéticos textos de Sarah L. Thompson, de editorial Juventud. Puedes conseguirlos aquí, aquí y aquí.
En las realistas imágenes de Gonsalves siempre se producen transformaciones graduales que nos hacen pensar que el mundo es un lugar genial donde nada es lo que parece, que siempre nos sorprende si tenemos la suficiente curiosidad como para indagar más allá de lo aparente. Os dejo una imagen extraída de cada uno de los libros:
6. La merienda del señor Verde, de Javier Sáenz Castán, ediciones Ekaré, podéis conseguirlo aquí.
Un álbum ilustrado que, aparte de las magníficas ilustraciones inspiradas en los cuadros del pintor surrealista René Magritte, contiene una fantástica historia sobre diversos señores colores que sólo conciben el mundo en un color y que tendrán que aprender a mirar el mundo con nuevos ojos, empezar a ver los demás colores, poner en cuestión sus prejuicios y viejas opiniones. Ya os hablé de este álbum ilustrado aquí.
7, 8 y 9. Imagina, Explora y Return de Aaron Becker. Puedes conseguirlos aquí, aquí y aquí.
El primero y el segundo están editados en español por editorial Kokoro, el tercero no, pero no importa porque son álbumes sin texto. Los viajes y los sueños se mezclan en estos álbumes para espolear nuestra imaginación.
10. Al final, de Miguel Brieva y Silvia Nanclares, de editorial Kokinos, puedes conseguirlo aquí.
Al final es el surrealista viaje de una niña que al salir del colegio se da cuenta de que no puede entrar entrar en casa porque ha olvidado las llaves y, aburrida, empieza a seguir una pelota roja. Esto la llevará, como en un sueño, a un viaje por los lugares más extraños que podamos imaginar, poblados también por criaturas extravagantes.
Miguel Brieva, ilustrador con un gran sentido del humor, deleita a los niños con sus transformaciones y desafíos de la realidad cotidiana, que a veces conducen al más puro absurdo:
Y otras veces a cuestionarse este mundo en que vivimos:
11. La formidable historia del hombrecillo indomable, de Hans Traxler, Anaya, puedes conseguir el libro aquí.
Una historia que comienza con un extraño hombrecillo vestido de verde que se encuentra con una enorme esponja en medio de un páramo. La estruja a ver qué pasa y empieza a salir agua hasta provocar una auténtica inundación. A partir de ahí se empiezan a encadenar los sucesos a cual más ilógico, absurdo y gracioso.
Más allá de los álbumes ilustrados, también podemos ofrecerles a los niños libros de imágenes de artistas surrealistas clásicos y dejar que piensen, hablen, imaginen e inventen a partir de ellos.
Los cuadros de René Magritte, con sus extrañamientos de imágenes cotidianas, nos hacen pensar en viejos dilemas de la humanidad y de la filosofía. Por ejemplo, acerca del siguiente cuadro, titulado Firma en blanco, el propio pintor nos explica: “Los objetos visibles pueden ser invisibles. Cuando alguien va a caballo por un bosque, lo vemos un momento y luego lo dejamos de ver, y sin embargo sabemos que está ahí. La jinete oculta los árboles, y los árboles la ocultan a ella. Pero nuestro intelecto comprende ambas cosas, lo visible y lo invisible”.
O este titulado Las vacaciones de Hegel, sobre el cual Magritte comenta: “Creo que a Hegel le hubiera gustado este objeto que cumple dos funciones opuestas: repeler y recibir agua”. Una bonita manera de explicar la dialéctica de Hegel.
Los dibujos y grabados de M. C. Escher, con sus perspectivas imposibles, nos hacen reflexionar sobre la geometría, la física, la lógica o las matemáticas; en definitiva, sobre el orden y las leyes de este mundo en el que vivimos. Y eso es lo que he intentado proponer en esta entrada, llegar a la realidad a través de la fantasía.
En Relatividad tres planos gravitacionales distintos se influyen respectivamente en sentido vertical. Aunque los habitantes de los distintos mundos utilizan la misma escalera, parece imposible que puedan llegar a establecer algún tipo de contacto entre sí: viven en mundos distintos y nada saben de la existencia del otro.
El grabado Manos dibujando nos permite reflexionar sobre los encadenamientos de causas y efectos:
Con los mismos propósitos también podemos recurrir a esos cuadros de Salvador Dalí que indagan en nuestro inconsciente más profundo y absurdo para así poder comprender un poco mejor el mundo consciente en el que vivimos.
O simplemente utilizar el surrealismo para divertirnos observando, jugando al busca y encuentra o intentando crear composiciones similares a los cuadros de Arcimboldo:
Para conocer a todos estos artistas os recomiendo los libros de Taschen que, aunque no estén específicamente destinados a niños, sí pueden resultar muy atractivos para ellos por sus abundantes ilustraciones impresas con gran calidad de color. Además los de la colección Serie básica de arte 2.0 resultan bastante económicos. Se pueden ver aquí.
¡Qué lo paséis muy bien con los niños leyendo, observando, jugando e inventando!